¿CONOCES AL ÚLTIMO EMPERADOR INCA? Atahualpa, el hombre que intentó hacer una alianza con los españoles y el desenlace fue un trágico final.
Atahualpa, último emperador del Imperio Inca, fue un personaje central en la dramática y cambiante historia de América del Sur durante el siglo XVI. Nacido en el seno de una civilización que había florecido en condiciones adversas, Atahualpa era hijo de Huayna Cápac, el entonces Sapa Inca, y pertenecía a la nobleza de un imperio que se extendía desde el sur de Colombia hasta el norte de Chile y Argentina.
La historia nos cuenta que la vida de Atahualpa estuvo marcada por la lucha por el poder. Tras la muerte de su padre, se vio envuelto en una guerra civil con su hermano Huáscar por la sucesión al trono del Tawantinsuyu, nombre original del Imperio Inca. Esta fraterna contienda no solo consumió recursos y debilitó las estructuras políticas del imperio, sino que también estableció el escenario para una tragedia mayor que se cernía en el horizonte: la llegada de los conquistadores españoles.
La llegada de Francisco Pizarro y sus hombres en 1532 coincidió con la victoria de Atahualpa sobre Huáscar. Atahualpa, en ese momento en Cajamarca, se encontró con el pequeño ejército español y, subestimando su poder de fuego y tácticas, fue capturado en lo que se conocería como la Masacre de Cajamarca. Este evento marcó un punto de inflexión en la historia de América del Sur.
En noviembre de 1532, Pizarro y sus hombres capturaron a Atahualpa en la ciudad de Cajamarca. Después de esta captura, Atahualpa intentó manipular la situación a su favor, ofreciendo un famoso rescate a cambio de su libertad. Ordenó a sus súbditos llenar una habitación con oro y plata, creyendo que podría comprar su liberación y posiblemente utilizar a los españoles en su lucha contra su hermano y otros enemigos internos.
Durante su cautiverio, Atahualpa intentó mantener su poder sobre el imperio inca, dando órdenes a través de sus generales. Los españoles utilizaron esta “alianza” para su ventaja, asegurando que el oro y la plata siguieran fluyendo hacia ellos mientras mantenían al emperador como rehén.
Sin embargo, esta relación precaria y manipulativa no podría ser considerada una alianza genuina. Era más bien un juego de poder en el que Atahualpa intentó utilizar a los españoles para sus propios fines, mientras que los conquistadores mantenían la ilusión de una futura liberación para aprovecharse del emperador y asegurar la riqueza y el control del Imperio Inca.
A pesar de que Atahualpa pagó un rescate de una habitación llena de oro y dos de plata, su destino estaba sellado. Acusado de varios crímenes, incluido el asesinato de su propio hermano y conspirar para levantar un ejército contra los españoles, fue condenado a la pena de muerte.
Tras la captura del Inca Atahualpa en Cajamarca fue trasladado a una prisión donde mantendría sus privilegios dignos de un mandatario.
A pesar del encierro Atahualpa se mantuvo sereno, evitando ser hostil con sus captores. Inclusive se cuenta que durante este tiempo aprendió a jugar ajedrez, mostrando una gran capacidad intelectual.
La vida del Inca no era una garantía y significaba un riesgo para los españoles, fue por eso que, a pesar que el Inca había prometido un cuarto lleno de oro y dos de plata a cambio de su liberación, esta nunca se dio. Estas dudas aumentaron con el regreso de Diego de Almagro, el cual consideraba que mantener vivo a Atahualpa era sumamente riesgoso.
Fue así como el 25 de julio de 1533 se dio su juicio, dónde sería declarado culpable de idolatría, herejía, poligamia, incesto, fatricida (asesinar a Huascar), traición, entre otros. Por lo cual sería condenado a la pena de muerte en la hoguera. Sin embargo, el Inca se negó a morir de dicha forma, por lo que decidió bautizarse bajo el nombre cristiano de Francisco, siendo su pena de muerte cambiada al garrote (estrangulamiento), muriendo el 26 de julio de 1533.
Las crónicas nos narran que Pizarro formó un vínculo fuerte de "amistad" con Atahualpa durante los meses en presión, por lo que Pizarro lloró durante la ejecución del Inca.
La ejecución de Atahualpa en 1533 marcó el fin del imperio incaico y el comienzo de una nueva era en la historia del Perú, una marcada por la dominación española y una transformación cultural, política y social profunda.
La muerte de Atahualpa simboliza no solo la caída de un líder sino también la desaparición de un mundo antiguo, un momento en el que dos civilizaciones se encontraron y para una de ellas significó su aniquilación. Este trágico final es un recordatorio potente de la complejidad de la historia humana y de los giros del destino que pueden cambiar el curso de las civilizaciones.
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¿Cómo conquistaron al Perú?
Fueron 180 conquistadores los que llegaron a nuestras tierras, cómo es posible que se enseñe en las escuelas que 180 conquistadores acabaron con el Imperio inca de más de 10 millones de habitantes. Lo que nunca se menciona es que esos 180 conquistadores contaron con el apoyo de decenas de miles de indígenas, quienes vieron en los cristianos a unos buenos aliados. Hasta los mismos incas del bando de Huáscar, en un principio, decidieron aliarse con los conquistadores para acabar con los atahualpistas.
“La conquista la hicieron indígenas, la independencia la hicieron criollos”
Cabe precisar que cuando los conquistadores llegaron, encontraron el Tahuantinsuyo en plena guerra civil por el enfrentamiento entre Huáscar y Atahualpa.
Atahualpa ordenó asesinar a su propio hermano Huáscar, los generales atahualpistas masacraron a las panacas huascaristas. Lo más grave dentro de la cosmovisión incaica fue quemar el cuerpo de Túpac Yupanqui porque los incas no enterraban a sus muertos. Y sobre el oro y la plata, estas no eran “riquezas” en el Tahuantinsuyo.
¿Qué otra acción se le atribuye a Atahualpa y sus hombres?
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